Toca la lira antes de que el mundo cante.

Educar desde la belleza: hablar bien del amor, el matrimonio y la sexualidad desde la infancia

Hay muchas formas de proteger el corazón de nuestros hijos. Generalmente, les advertimos de lo que está mal, los intentamos blindar frente a los peligros, o les enseñamos a decir no a lo que muchas veces se les ofrece. Aunque esto puede ser efectivo, hay algo mucho más poderoso y duradero: enamorarles del bien.

A veces nos da pudor hablar de ciertos temas con nuestros hijos: el amor, el cuerpo, el matrimonio, la sexualidad… como si fueran asuntos demasiado grandes, demasiado delicados o simplemente incómodos. Pero como siempre afirmo, si no hablamos nosotros, hablarán otros. Y cuando llegue el momento —que llega, siempre— en el que otros les hablen de estos temas desde el uso, ojalá su corazón esté tan lleno que lo que escuchen no les resulte atractivo porque ya conozcan algo más bello.

Ulises y Orfeo: dos formas de educar

Hay un mito precioso que ilustra esto. Ulises, al enfrentarse al canto de las sirenas, tapa con cera los oídos de sus marineros y se ata al mástil para no sucumbir. Les protege del peligro aislándolos del mal. Orfeo, en cambio, toma su lira y empieza a tocar una melodía aún más hermosa que la de las sirenas. Nadie siente la tentación de ir hacia ellas porque están fascinados por algo mejor.

Ambas estrategias tienen su valor, pero solo una educa desde la libertad: la que llena de belleza el alma.

Esto mismo es lo que estamos llamados a hacer como madres, padres, educadores: tocar la lira antes de que el mundo cante. Hablar bien, y a tiempo, de lo verdaderamente valioso. Que nuestros hijos conozcan lo bello del amor auténtico, el don del cuerpo, la alegría del matrimonio y el plan bueno que Dios pensó para cada persona, hombre o mujer. Y no sólo hablar, ¡que lo vean!

Hablar bien, desde pequeños

Esto no significa dar charlas complicadas a edades tempranas. Significa sembrar belleza desde el principio. Cuando tu hijo te ve abrazar con ternura a tu cónyuge, cuando escucha cómo os habláis con respeto, cuando notan que hay una alegría honda en vuestra vida matrimonial... ahí ya estás educando.

Cuando le cuentas un cuento donde el amor no es un capricho sino una entrega, cuando respondes a sus preguntas con claridad y dulzura, cuando le hablas del cuerpo humano como algo bueno, creado por Dios, estás tocando la lira.

No hace falta mentir, ni exagerar, ni esconder las dificultades. Basta con mostrar la verdad, con amor. La belleza no necesita adornos falsos; se basta a sí misma.

Enamorar del bien

Porque si hablamos mal de estos temas —si presentamos el matrimonio como una carga, la maternidad como una renuncia, la diferencia sexual como un problema, la castidad como una represión— no nos sorprendamos si más adelante nuestros hijos rechazan estos valores. ¿Quién elegiría un camino que sus propios padres vivieron con tristeza o resignación?

En cambio, si nuestras palabras, nuestras miradas y nuestra vida encarnan la belleza del amor en estos aspectos… el mundo podrá ofrecer muchas alternativas, pero ninguna les parecerá tan bella.

Educar desde la esperanza

Hablar de sexualidad, de amor, de entrega, no es solo un deber. Es una oportunidad preciosa para formar el corazón de nuestros hijos desde la ternura y la esperanza. Aunque no lo hagamos perfecto, aunque a veces nos equivoquemos, el amor que pongamos al hacerlo ya es una enseñanza en sí misma.

Tocar la lira, día a día, con nuestras palabras y con nuestra vida. Esa es la misión. Porque el corazón de nuestros hijos merece llenarse de la música más hermosa.

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