Educar el pudor en verano: una oportunidad para sembrar belleza

Hablar de pudor con adolescentes puede parecer una batalla perdida, especialmente en verano: playas, redes sociales, ropa cada vez más escasa… Pero lejos de ser una palabra anticuada, el pudor es una virtud profundamente humana que protege lo más valioso: el corazón, el cuerpo y la capacidad de amar.

¿Recuerdas como ese adolescente que ahora pelea por desnudarse hubo un momento en su desarrollo en el que quiso taparse? De hecho, piensa en ti mismo. ¿No supuso para ti un esfuerzo el mostrar partes de tu cuerpo? Y ojo, que no va de complejos, sino de algo interior que nos llama a custodiar y proteger. ¿Proteger de qué? De las miradas de los demás. Es natural querer custodiar partes del cuerpo, mente y corazón. Lo que es forzado y para lo cual nos tenemos que hacer violencia es para mostrar.

Educar el pudor no es prohibir bikinis o hacerles sentir vergüenza de su cuerpo. Es ayudarles a descubrir el valor de su intimidad, su dignidad, su belleza interior. Y el verano, con sus desafíos, puede ser el mejor momento para hacerlo.

¿Qué es el pudor y por qué es tan importante?

El pudor no es miedo ni represión. Es un sentimiento que protege lo que es íntimo en la persona, cuerpo, mente y corazón. Es esto, precisamente, lo que nos permite fortalecer nuestra capacidad de entrega (yo, desde la prudencia, escojo a quién me muestro). Puede que tú hayas experimentado el sufrimiento por no ser cuidadoso a la hora de contar pensamientos privados, algo de tu historia personal o tu propio cuerpo. Es bueno saber hacernos vulnerables, pero debemos entender bien con quién y cuándo.

Según la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II, el pudor no es solo algo que se practica externamente, sino una actitud interior que reconoce que el cuerpo es don y llamado al amor verdadero. Por eso:

  • Enseñar el pudor es enseñar a mirar el cuerpo (propio y ajeno) como templo sagrado, no como objeto.

  • Es formar la conciencia para que el adolescente sepa decir sí con libertad y no por presión.

  • Es invitar a vivir la sexualidad como vocación al amor y no como consumo o distracción.

¿Cómo educamos el pudor en verano?

Aquí van algunas claves prácticas para madres y padres:

1. Cuidar la mirada

Hablad sobre lo que veis: series, redes, conjuntos de ropa… ¡Importante! No como crítica o con juicio, sino como forma de educar el criterio. Pregunta:

“¿Cómo crees que se siente una persona al exponerse así? ¿Para qué crees que lo hace?”
“¿Qué transmite esta foto? ¿Cómo crees que le hace sentir subir algo así?”

Ayúdales a descubrir que lo que miramos forma nuestro corazón.

2. Vestirse con sentido

No se trata de imponer normas rígidas, sino de formar el gusto y la sensibilidad. Si les ayudas a ver que su cuerpo es hermoso y valioso, entenderán que no todo se muestra a todos.

Invítales a preguntarse:

“¿Qué transmite este conjunto de mí? ¿Me siento cómodo y seguro de mí mismo vistiendo esto?”
“¿Hace que me vean a mi por completo o sólo un aspecto de mi cuerpo?”

No se trata de esconderse, sino de buscar que las miradas me admiren en mi totalidad y no sólo en un vientre plano/fuerte o unas piernas largas.

3. Hablar sin miedo

Nada es más impactante que tu propia historia, compártela con humillad. Tus errores no te desacreditan, sino que te da más fuerza.

Puedes decir:

“Te entiendo, yo sentí lo mismo, hice esto por estas razones y en vez de encontrar lo que buscaba me sentí así. ”

Ellos necesitan modelos reales, no sermones. Y también necesitan ver que tú has recorrido ese camino.

4. Aprovechar los momentos de verano

Verano es descanso, desconexión… ¡y ocasión para charlar! En la toalla, paseando, mientras coméis un helado… aparecen conversaciones inesperadas.
Estate disponible. Escucha sin escandalizarte. Sé el corazón abierto al que pueden volver.

5. Ellos escriben su propia historia.

Según el contexto y su edad podrás imponer más o menos ciertas normas de vestido. Si vais a la iglesia, por ejemplo, hay cosas que no puedes permitir. Lo mismo si tiene 13 años independientemente del contexto. Pero llegará un punto en el que pueda vestir como quiera y podrá tomar malas decisiones. Descansa. Cada uno escribe su propia historia, y algunos aprendemos experimentando. ¿Preferimos evitar dolor a nuestros hijos? Pues sí, es lo propio de los padres, pero esto no es algo necesariamente bueno.

Y si quieres esperanza, yo fui la adolescente más descocada que te puedas imaginar y fui precursora de los pantalones cinturón y las transparencias, y hoy nadie me saca de las preciosas, cómodas, femeninas y elegantes faldas largas.

¡Tú siembra desde el amor a uno mismo y al cuerpo!

En resumen

Educar el pudor en verano no es una lucha perdida: es una siembra necesaria. No para controlar, sino para liberar. No para reprimir, sino para revelar la dignidad del cuerpo y del amor.

Que nuestros hijos descubran que su cuerpo es bueno, santo y hermoso. Que no se mide por “likes” ni por miradas ajenas, sino por cuánto ellos se gustan.

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