Del reproche al reconocimiento: el arte de afirmar en el matrimonio
Las palabras tienen poder. Con ellas podemos construir o destruir, acercar o alejar, sembrar vida o desgaste. Y si hay un terreno sagrado donde esto se hace evidente, es en el matrimonio.
Muchas veces, sin darnos cuenta, entramos en una dinámica en la que intentamos “mejorar” al otro a base de señalamientos, correcciones, comparaciones o pequeñas críticas constantes. Lo hacemos con buena intención —o eso creemos—, pero el efecto suele ser devastador: en lugar de inspirar, desanimamos; en lugar de acercarnos, creamos distancia; en lugar de amar, hacemos de menos al otro.
La importancia de afirmar y bendecir
Tu esposo, tu esposa, necesita sentirse mirado con ternura, reconocido, valorado. El corazón humano anhela saberse amado no solo por lo que hace, sino por lo que es. Y más aún, quiere sentirse admirado y deseado por la persona que ha elegido como compañero de vida.
Afirmar al cónyuge no es adular. Es elegir mirar con ojos agradecidos. Es bendecir con palabras. Es ver lo bueno y decirlo.
Porque cuando una persona se sabe amada y reconocida, florece. Y el matrimonio también.
El poder de las palabras
Me parece muy reveladora una cita del libro de los Proverbios que dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Prov 18,21). Qué importante es que nuestras palabras sean vida. Que nuestras conversaciones cotidianas no estén dominadas por lo que falta, lo que va mal, lo que debería cambiar… sino por la gratitud, la ternura y la admiración.
Piénsalo: ¿Cuántas veces al día corriges o criticas a tu pareja? ¿Y cuántas veces le dices algo que te gusta de él o ella?
De la crítica a la bendición
No se trata de negar los conflictos o hacer como si todo fuera perfecto. Pero sí de cambiar la raíz desde la que hablamos. En vez de corregir desde la frustración, hablar desde el amor. En vez de repetir lo que no funciona, anunciar lo que sí funciona y celebrarlo.
Ese cambio transforma la relación. El otro no se siente presionado, sino amado. No se siente insuficiente, sino capaz. No se siente controlado, sino libre y escogido de nuevo.
Un reto concreto para fortalecer tu matrimonio
Te propongo algo muy sencillo y muy poderoso:
Durante dos semanas, sé intencional en decirle cada día a tu esposo o esposa al menos una cosa que te guste de él o ella.
Puede ser algo pequeño o algo profundo. Lo importante es que lo digas con verdad, con amor y con presencia. Puede ser un rasgo de su personalidad, una acción concreta, su aspecto, su forma de amar, de servir, de estar contigo o con los hijos…
Y si puedes, hazlo mirándole a los ojos, o dejándole una nota escrita, un mensaje inesperado, una caricia que diga "te veo, te admiro, te quiero tal como eres.”
Verás cómo cambia el clima en casa. Verás cómo también tu propio corazón se entrena para amar mejor.