2 CONSEJOS QUE PUEDEN CAMBIAR LA FORMA DE HABLAR CON TU ADOLESCENTE
¿Te acuerdas de tu adolescencia?
Esa etapa en la que todo parecía un torbellino por dentro y por fuera. La adolescencia es desafiante para todos: para los hijos… y también para los padres. Es una etapa crucial donde se busca responder a dos grandes preguntas: ¿Quién soy? y ¿Para qué existo? Al mismo tiempo, se pelean por encontrar su lugar en el mundo.
Y mientras ellos transitan esta montaña rusa, nosotros, como padres, recogemos mucho de lo sembrado en la infancia: lo bueno y también nuestras limitaciones.
Pero, sea como sea tu relación con tu hijo adolescente, hay algo que es seguro: te necesita profundamente. Y, si quieres acercarte más a su mundo, hoy quiero compartirte dos consejos sencillos que pueden marcar una gran diferencia.
Consejo 1: Escuchar primero, hablar (o no) después
Cuando tu adolescente afirme algo que te remueva por dentro… pregunta y escucha.
Y si hace falta, escucha más de una vez.
Las clases magistrales que solemos dar a nuestros adolescentes rara vez tienen efecto. En cambio, lo que sí transforma es lograr una conexión profunda y auténtica con ellos.
Ejemplo:
— Quiero hacerme un tatuaje.
— ¡Ni hablar!
Este tipo de respuestas, aunque surgen del amor y del miedo, cortan de raíz una conversación que podría ser valiosa.
¿Y si en lugar de eso, intentaras algo así?
— ¿Y por qué te gustaría hacerte un tatuaje?
— Para llevar el nombre de la abuela
— ¿La echas de menos?
— Sí…
— Yo también. Me encantaba comer con ella los domingos. ¿Qué es lo que más añoras tú?
¿Ves la diferencia? No significa que vayas a dejar que se haga el tatuaje, pero tu prioridad ya no es apagar un fuego, sino llegar a su corazón.
Otro ejemplo muy habitual:
— Estoy gorda.
— No digas tonterías, estás perfecta.
Prueba con:
— ¿No te gusta tu cuerpo?
— No.
— ¿Llevas mucho sintiéndote así? ¿Qué crees que está detrás de esa sensación? ¿Puedo ayudarte de alguna manera para que dejes de sentirte así y te gustes más?
A veces, detrás de un comentario aparentemente superficial hay una herida profunda.
Consejo práctico:
Esta semana, antes de responder a cualquier tema delicado, haz una pregunta:
¿Por qué lo piensas? · ¿Cómo te sientes con respecto a eso? · ¿Qué crees que te haría bien?
Consejo 2: Crear espacios amenos de confianza
Las grandes conversaciones no se improvisan: se preparan.
No suelen salir cuando estamos tensos, cansados o con prisa. Por eso, crear espacios a solas con tu hijo es clave.
¿Sabes cuál es su grupo de música favorito? ¿Qué ve en YouTube? ¿Qué le preocupa de verdad?
Si no lo sabes, ¡no pasa nada! Pero… toca averiguarlo.
¿Cómo hacerlo?
Aprovecha momentos cotidianos (el coche, las comidas) o mejor aún, planifica tiempos de calidad de verdad, donde le transmitas con claridad: Eres una prioridad para mí. No eres una tarea más: eres mi hijo y quiero estar contigo.
— ¿Tomamos un chocolate juntos?
— ¿Me acompañas a dar un paseo?
— ¿Elegimos algo para merendar y charlamos un rato?
Una vez estéis juntos, no empieces hablando de estudios o futuro profesional. Empieza con preguntas reales, desde la curiosidad sincera:
¿Qué te gusta escuchar? ¿Qué serie te tiene enganchado? ¿Quién es tu mejor amigo? ¿Qué te está costando últimamente?
Y si comparte algo… ¡celébralo!
— ¡Wow, no sabía que pensabas así!
— Qué interesante lo que me cuentas, estoy aprendiendo mucho contigo.
— Gracias por contarme esto, me ha encantado este rato contigo.
Consejo práctico:
Dile que te encantaría tener un rato a solas con él. Pregunta: ¿Preferirías en casa o en una cafetería? ¿Qué día te vendría mejor? ¿Quieres elegir la música de fondo?
Consejo extra (si hay resistencia):
Si notas que no quiere hablar contigo, intenta esto:
— ¿Podrías aguantar cinco minutos de conversación conmigo? Prometo que serán solo cinco.
Prepárate para muchos “no sé”, “me aburro” y silencios. No llenes esos huecos. Solo mantente ahí, sin juicio. Y si notas tensión:
— Noto que estás incómodo conmigo. Lo siento. ¿Hay algo que pueda hacer para que estés mejor? ¿Hay algo por lo que deba pedirte perdón?
Ser vulnerable con un adolescente puede ablandar hasta el corazón más cerrado.
Créeme: esa criatura que parece un bloque de hielo es profundamente sensible y te quiere muchísimo. Por eso a veces duele tanto la relación: porque el vínculo es real.
💬 Ponlo en práctica… ¡y cuéntame cómo te va!
Si estás leyendo esto es porque estás eligiendo ser intencional en tu maternidad o paternidad.
Y eso ya es enorme.
No te rindas, confía, y sobre todo: estate ahí.
Estás viviendo los últimos años con ese hijo que fue tu bebé, así que no pierdas este regalo que es acompañarlo en su adolescencia.
¡Disfruta la montaña rusa… con los brazos arriba!